Las campanas son importantes en la vida de la Iglesia y de los pueblos. En nuestra Parroquia tenemos cinco, la campana grande "Micaela" de 922 kilos y la pequeña "Nuestra Señora de los Dolores" de 210 kilos, junto a la más antigua, la del Ayuntamiento "Rosa Sebastiana" de 398 kilos, "la de les hores". Las otras dos son "Cristo Rey" de 535 kilos y "Nuestra Señora del Pilar" de 360 kilos.

Las campanas de las iglesias nos acompañan desde el siglo V y eran de uso común en la Edad Media. Se usaban especialmente en las comunidades monásticas para llamar a los monjes a reunirse para orar en la capilla ya que, a lo largo del día, se encontraban en varios lugares del monasterio. Posteriormente se fue extendiendo su uso a las iglesias parroquiales para convocar al pueblo a la celebración de la Eucaristía.

La campana más antigua que se conserva en España es la “Wamba”, de la Catedral de Oviedo. De hecho, la campana precede al campanario del que cuelga, fue fundida en 1219. Aunque la campana más antigua que se conserva que no está colgada en un campanario es la Campana mozárabe del Abad Sansón, del año 930. Es de bronce y es una campana pequeña, con unas dimensiones de 19,5 cms. de altura y la misma longitud de diámetro máximo. En Valencia la más antigua es la “Caterina” en el Miguelete del año 1305 y con 340 kilos de peso.

Viendo las fechas de nacimiento de estas campanas, nos damos cuenta que las únicas voces que siguen vivas y que continuamos escuchando igual que escucharon nuestros mayores son las de las campanas. Son los únicos sonidos vivos que siguen sonando en nuestros pueblos y ciudades.

La música, el canto, el sonido… tienen la capacidad de sacar al hombre de sí mismo y elevar su espíritu y su mente hacía estadios superiores; hacia Dios. En muchas tradiciones y culturas, como la India o el budismo, se considera que la vibración sonora de la campana tiene capacidad curativa. De una manera u otra, muchas culturas han intuido que el vibrar del bronce algo hace vibrar en nuestro interior. Para los cristianos es la voz misma de Dios que llama y convoca a su pueblo a estar con él.

Para muchas culturas por tanto, las campanas no son meros objetos, ni mucho menos “hacen ruido” sino que poseen un gran poder espiritual. En el ritual antiguo la bendición de una campana se asemejaba mucho a un bautismo, hoy se sigue utilizando agua bendita en su bendición. El Ritual Romano contiene una bendición muy solemne de campanas de iglesia y habla del simbolismo espiritual y el poder sacramental que estas campanas poseen ahora. El rito de bendición dice así:

"Dios, que decretó por medio del santo Moisés, tu siervo y legislador, que se crearan e hicieran sonar trompetas de plata en el momento del sacrificio, para recordar al pueblo a través de sus claros tonos que se preparen para tu adoración y se reúnan para su celebración. Concédenos, te imploramos, que esta campana, destinada para tu santa Iglesia, sea santificada por el Espíritu Santo a través de nuestro humilde ministerio, de forma que cuando repique y taña, los fieles sean invitados a la casa de Dios y la recompensa eterna.

Que la fe y la piedad del pueblo crezcan cada vez más fuertes siempre que escuche su melodioso repique. Que su sonido aleje a todo espíritu maligno; que se desvanezcan trueno y rayo, granizo y tormenta; que el poder de tu mano someta a los malignos poderes del aire, que tiemblen con el sonido de esta campana y huyan acto seguido ante la visión de la santa cruz grabada en ella.

Que Nuestro Señor nos conceda esto, Él que venció a la muerte en la cruz y que ahora reina en la gloria de Dios Padre, en la unidad del Padre y del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos."

Podemos prestar atención a como se invoca el poder de Dios a alejar a los “espíritus malignos” además del “trueno (…) rayo, granizo y tormenta” a través del sonido de estas campanas.

"Oh, Cristo, todopoderoso gobernante, como una vez calmaste la tormenta en el mar al despertar en la barca del sueño de tu naturaleza humana, así acudas ahora con tu benigna ayuda a las necesidades de tu pueblo, y derrames sobre esta campana el rocío del Espíritu Santo.

Siempre que suene, huya el enemigo del bien, que el pueblo cristiano escuche la llamada a la fe, que aterrorice al imperio de Satán, que tu pueblo se fortalezca al ser llamado a unirse al Señor y que el Espíritu Santo esté con los fieles igual que se deleitaba de estar con David cuando tocaba su arpa.

Y al igual que una vez el trueno en el aire ahuyentó una horda de enemigos, cuando Samuel sacrificaba un cordero lactante como holocausto al Rey eterno, así cuando el repique de esta campana resuene en las nubes traiga una legión de ángeles que vigile la asamblea de tu Iglesia, los primeros frutos de los fieles y aspiren a tu protección eterna en su cuerpo y espíritu.

Pedimos esto a través de ti, Señor Jesucristo, que vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos."

Es precioso pensar que “cuando el repique de esta campana resuene en las nubes traiga una legión de ángeles que vigile la asamblea de tu Iglesia”. No son sólo objetos, ni mucho menos ruido, es sonido, es voz, es música, es recuerdo, es compañía, es bendición, es protección...

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